Lactancia materna Vs lactancia de fórmula, las gran rivalidad entre ellas por muchas mujeres. Para mí las dos dignas en igualdad de decisión.
Cada una elige que es mejor, o en su defecto ante la imposibilidad de seguir con la lactancia materna, pasarse a la lactancia de fórmula no es un error, sino otra manera de alimentar a tú peque.
A pesar de leer miles de comentarios sobre la lucha de la lactancia materna y la lactancia de fórmula, y la verdad que son miles de comentarios que he leído a lo largo de años y meses sobre ello, he de decir que ¡basta ya!.
Yo desde siempre he imaginado el momento de tener a mi peque en brazos, y la verdad que lo imaginaba con un biberón y no dándole el pecho, ¿por que? Sencillo, siempre me decían que dar el pecho era duro, que a veces se hacía cuesta arriba y poco soportable y me dejé llevar por tan solo unos meses teniendo esos detalles en mi cabeza.
Recuerdo, que una buena amiga un día me dijo:
Laura, que raro que una persona como tú amante de todo lo natural y con esas ganas e ilusión con las que hablas de cuando llegue el esperado momento de tener a tu peque en brazos quieras darle un bibi y no quieras ni tan solo probar dar el pecho, con lo fascinante, bonito y delicado que es ese momento de únion entre los dos.
Sus palabras me hicieron pensar, y no tarde ni dos segundos en caer de la nube que me hizo subir aquellos comentarios sobre el dolor de dar el pecho sin dejarme ver que, en realidad, es un momento que quería vivir, compartir con mi peque, sentirlo tan cerca y agarrarlo con fuerza mientras lo alimentaba con todas mis ganas.
Tras meses de espera, durante todo el embarazo, pensaba en 3 detalles que para mí eran muy importantes. Ya no solo conseguir cumplirlo, sino también vivírlos y sentirlos.
- Parto natural, lo que se dice salir corriendo hacía el hospital rompiendo aguas.
- No epidural
- Lactancia materna
Bien pues, ninguna de ellas conseguí. Tras no conseguir las dos primeras que fueron unidas, tenía total esperanza en cumplir la tercera, y tras dos meses de intento, desistí y pasé a la lactancia de fórmula.
Nil nació siendo un nene grandote y con mucha hambre 😉. La verdad que enseguida se enganchó al pecho sin costarle en obsoluto, pero siempre se quedaba con ganas de más.
Me hicieron cesárea y la subida la tuve a los 5 días, fueron días de estar «enchufado» a todas horas y a pesar de eso no acabó de funcionar bien. Las matronas del hospital me guiaron mal, me aconsejaron por cada toma unos 20 minutos por pecho, cuando en realidad no hay tiempo, no hay control, el peque tiene que comer hasta saciarse y no controlado por un reloj. Nil lloraba mucho, casi siempre después de 30-40 minutos de las tomas, seguía con hambre y me lo volvía a poner…un bucle.
Tras una semana de lactancia materna exclusiva, Nil perdió peso, al ser un nene grande y alto aún se notaba más el cambio y la pediatra nos aconsejó hacer lactancia mixta, al menos hasta que volviera a su peso inicial y fuera aumentando considerablemente.
Así lo hicimos, estuvimos casi un mes con lactancia mixta e intentando poco a poco disminuir las tomas de bibis para conseguir tener la lactancia materna como única opción pero no lo conseguí.
Digamos que, de alguna manera, Nil se acostumbró a lo fácil, al casi sin esfuerzo comer, además de quedarse lleno después de cada toma. Descansaba, dormía, algo que no conseguía demasiado con la lactancia materna única y tras ver que, él estaba mejor así y dormia y estaba tranquilo una media de 3 h, con todo mi dolor, abandoné la lactancia materna.
Sin duda alguna, fue una decisión que me costó mucho tomar. Estuve muchos días, semanas, intentando no dejarlo, seguir probando con la esperanza de conseguirlo pero cada vez que veía que él se quedaba agustito después de cada toma y entre mis brazos veía como dormía y descansaba… no me faltó más que seguir haciendo lo que en ese momento a él le hacia bien.
Lactancia de fórmula, sí, ¿y que? y ¿lo sano y hermoso que está? 😉
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